La indiferencia ante la música se debe a desconexiones
cerebrales
La indiferencia ante la música se debe a desconexiones
cerebrales entre las regiones que registran los sonidos y las que generan
emociones positivas. Afecta a personas sanas que suponen entre el 3% y el 5% de
la población. Estas personas pueden clasificar música e incluso alegrarse de
ganar dinero jugando al póker. Un descubrimiento que ayudará a tratar mejor
enfermedades como el Alzheimer, la depresión o la toxicomanía.
El dinero, el
sexo, las drogas y el rock and roll estimulan la liberación de dopamina en
distintas áreas del cerebro, lo que provoca sensación de placer. A este
circuito se le llama sistema de recompensa.
Desde hace tiempo se conoce la existencia de la
anhedonia, que es la incapacidad que manifiestan algunas personas para
experimentar emociones positivas. La anheonia constituye uno de los síntomas de
la depresión, aunque puede estar presente también en algunos casos de demencia
como el Alzheimer o el trastorno esquizoide de la personalidad.
La anhedonia musical es una manifestación específica
de esta incapacidad. Las personas que la padecen pueden estar totalmente sanas
desde el punto de vista médico y emocional, pero escuchar música les deja
indiferentes. La anhedonia musical afecta entre al 3% y el 5% de la población.
Según un estudio realizado en 2013, la anhedonia
musical se debe a la ausencia de conexiones cerebrales entre la zona que
gestiona los sonidos y el sistema de recompensa, aunque ambas regiones
funcionen normalmente.
Un segundo estudio publicado en 2014 por
investigadores, entre otros, de la Universidad de Barcelona, del que informamos
en otro artículo, profundizó en el conocimiento de la anhedonia. No sólo
observó el cerebro de los participantes, sino que también registró sus
constantes psicológicas para medir la intensidad de sus emociones.
De esta forma descubrió que las personas que padecen
anhedonia musical pueden llegar a categorizar la música, aunque no registren
ninguna emoción al escucharla. Y concluyó que los circuitos cerebrales
relacionados con el placer de escuchar música son específicos, y distintos por
ejemplo a los del placer relacionados con otras actividades humanas.
Ahora, un tercer estudio publicado en PNAS, del que se
informa en un comunicado, arroja nueva luz sobre la anhedonia. Reunió a
45 voluntarios, divididos entre hiperhedonistas, anhedónicos y personas
normales en cuanto a sus emociones, con el objetivo de profundizar en el
conocimiento de la anhedonia.
Además de ponerles música, en esta ocasión se invitó a
los participantes a jugar al póker. El estudio descubrió que las personas
anhedónicas a la música son sensibles a los juegos relacionados con dinero.
Además, constató en ellas una escasa conectividad funcional entre la zona del
cerebro relacionada con las informaciones sonoras y las zonas de la recompensa,
tal como se había descubierto en 2013. Pero esta escasa conectividad no se
producía cuando jugaban al póker.
Para los investigadores, la reducción de estas
interacciones es la que provoca una falta de respuesta afectiva ante la música,
lo que implica que las personas anhedónicas sufren un déficit de relaciones
funcionales entre las regiones cerebrales que tratan la información auditiva y
los centros de gratificación del cerebro, sólo cuando oyen música.
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razones muy profundas
Cuatro conclusiones sobre la anhedonia musical
De estos estudios se desprenden al menos cuatro
conclusiones básicas: primero, que la anhedonia musical se produce porque en
las personas que la padecen decaen las conexiones entre la zona del cerebro que
gestiona los sonidos y el sistema de recompensa, lo que impide que sientan
ningún tipo de placer o emoción al escuchar música.
La segunda conclusión que se desprende de estos
estudios es que los circuitos cerebrales relacionados con el placer de escuchar
música son específicos, propios de cada persona. Es decir, que no hay una
conexión universal en toda la especie que permita a cualquier persona disfrutar
oyendo música. Hay personas que no lo sienten así porque esos circuitos
cerebrales no se activan en las personas con anhedonia musical.
La tercera conclusión es que la ausencia de conexiones
entre la percepción de la música y la generación de emociones positivas no
impide a las personas que padecen anhedonia la capacidad de clasificar la
música, ya que pueden decir si una canción es triste o alegre aunque no sientan
nada al oírla.
Por último, una cuarta conclusión establece que las
personas que padecen anhedonia musical pueden alegrarse cuando ganan dinero
jugando al póker, lo que significa que padecer anhedonia musical no impide
disfrutar de otros placeres de la vida a las personas insensibles a la música.
Para los investigadores, estas conclusiones allanan el
terreno para un estudio más detallado de los sustratos neuronales que están en
la base de cualquier tipo de anhedonia.
Todo ello permite comprender mejor, según los
investigadores, la variabilidad individual en el funcionamiento del sistema de
recompensa y ayuda en consecuencia elaborar mejores terapias para tratar la
depresión, la apatía e incluso la toxicomanía.