El
recuerdo de la música
Recordamos
canciones, recordamos la música que una vez escuchamos en situaciones y hechos
concretos, y esa música nos trae a la memoria que pasó entonces. Es lo que los
expertos, como Amee Baird y Séverine Samson, de las universidades Macquarie y
Lille, respectivamente, llaman MEAMs, o sea, en inglés Music Evoked
Autobiographical Memories, es decir, “Memorias Autobiográficas Evocadas por la
Música”. Sin embargo, estas investigadoras dan un paso más allá y estudian
estas MEAMs en pacientes con daños cerebrales.
Los
enfermos son cinco, tres de ellos con daños cerebrales traumáticos, dos en
accidente de tráfico y el tercero por caída de un edificio, y dos por daños por
hipoxia, uno por un ataque al corazón y el otro por intento de ahorcamiento.
Son cuatro hombres y una mujer, de 25 a 60 años, y solo uno de ellos tiene
experiencia musical.
Escuchan
las canciones que fueron número 1 entre 1960 y 2010, y declaran si las conocen,
su título, quien las canta, año y qué recuerdos le trae, o sea, que MEAMs le
evoca.
El
enfermo número cinco, con daños cerebrales por hipoxia por intento de
ahorcamiento, declara que no recuerda nada. El resto de los pacientes recuerda
y hay tres de ellos con datos autobiográficos extensos y detallados. El número
cuatro nos puede servir de ejemplo.
Es un
hombre, de 60 años de edad, y con daño en el cerebro por un accidente de
tráfico. El control de sus recuerdos lo ejerce su propia esposa. Hay cinco
canciones que le traen recuerdos. En primer lugar, “Bette Davis eyes”, de 1981
e interpretada por Kim Carnes. Recuerda que la oía en la radio y que le gustaba
a su mujer. La siguiente en la lista es “Hey Jude”, de 1968 y de los Beatles,
aunque el paciente la recuerda de un concierto de los “Ten Tenors”. En tercer
lugar aparece “Physical”, de 1982 y de Olivia Newton-John, que le recuerda lo
feliz que ha sido por vivir con su mujer. Después, en cuarto lugar, está “I
want to hold your hand”, de 1964 y de nuevo de los Beatles, que le hace afirmar
qué grandes son los de Liverpool e, incluso, asegura que sería capaz de dibujar
a Paul McCartney. Y, para terminar, en quinto lugar está “I will always love
you”, de 1993 y de Whitney Houston, que otra vez le lleva a afirmar lo feliz
que ha sido con su mujer y le trae recuerdos felices.
Con
este enfermo número cuatro y los otros tres que responden a la música, casi
siempre con recuerdos felices relacionados con personas queridas, se puede
afirmar, como hacen los autores, que la música es útil como herramienta pata el
tratamiento que ayude a recobrar la memoria a enfermos con daños cerebrales.
*Baird,
A. & S. Samson. 2013. Music evoked autobiographical memory after severe
acquired brain injury: Preliminary findings from case series.
Neuropsychological Rehabilitation doi: 10.1080/09602011.2013.858642
por
Eduardo Angulo Pinedo
La
música es universal, aparece en todas las culturas y es parte esencial y
gratificante de nuestra experiencia vital. Sin embargo, nos cuentan Daniel
Abrams y sus colegas de la Universidad de Stanford, se conoce poco de los
sistemas cerebrales, presentes en todos los individuos de nuestra especie, que
procesan e integran los estímulos musicales que nos llegan desde el mundo real.
Los autores analizan las respuestas del cerebro por medio de resonancias
tomadas mientras escuchan la música que, además, no deben conocer previamente
al experimento.
Trabajan
con 17 voluntarios, todos universitarios de Stanford, con 8 mujeres, edades de
19 a 27 años y una media de 21.3 años. Además, deben tener poca o ninguna
experiencia musical. Como estímulo escuchan, durante 9.5 minutos, fragmentos de
cuatro sinfonías de William Boyce /1711-1779), conocido músico inglés para los
expertos y famoso en su época, al que se llamó el “Bach inglés”, pero casi olvidado
en la actualidad. Su música es muy representativa de lo que ahora llamamos
música clásica barroca pero con escasa difusión en estos tiempos. Los
voluntarios escuchan la música de Boyce en un ambiente confortable, con
auriculares y un amplificador que elimina el ruido de fondo. A la vez que
escuchan se obtienen las resonancias para conocer el funcionamiento del cerebro
en respuesta a la música.
Los
resultados muestran que las zonas del cerebro que responden a la música son las
mismas en todos los voluntarios: el cerebro medio, el tálamo, las zonas de la
corteza asociadas a la audición, las cortezas parietal y frontal y las regiones
del cerebro asociadas con el movimiento. Además, de al movimiento, las áreas
activadas se asocian a la atención y a la memoria.
Cuando
comparan la respuesta a la música de Boyce entre voluntarios, Abrams encuentra
que son las zonas del hemisferio derecho cerebral, en las cortezas
frontoparietales, las que se sincronizan. Son las áreas del cerebro que
procesan estímulos no lingüísticos. También hay, como he dicho, activación de
las zonas que controlan el movimiento y, por ello, la música provoca, de manera
natural y automática, respuestas motoras como palmadas, cabeceos o pasos para
seguir el ritmo.
*Abrams,
D.A. y 6 colaboradores. 2013. Inter-subject synchronization of brain responses
during natural music listening. European Journal of Neuroscience doi:
10.1111/ejn.12173